La ociosidad de los indios
La India tiene más de mil millones de habitantes. Obviamente, si todos estuvieran trabajando y haciendo algo productivo, esto sería la hiper-mega-potencia sideral. Pero claro, no es el caso. Vas por la calle y ves a montones de personas sin hacer absolutamente nada, paradas en la calle mirando las musarañas (o los halcones, que los hay en esta ciudad). O los ves ocupados en tareas aparentemente de lo más absurdas, como por ejemplo, un individuo que va en bici con una carretilla detrás transportando un bidón de plástico (cosas más raras les he visto transportar). No olvidemos que esto no es el Primer Mundo; generosamente podría calificarse como el Segundo, y aquí los procesos de organización del trabajo son altamente primitivos. Igual el tío tiene que llevar el bidón a la otra punta de Nueva Delhi y luego volver, lo cual, dadas las distancias, la congestión circulatoria de esta ciudad y la parsimonia inherente a los nativos, le puede ocupar perfectamente el día entero (puede que incluso tenga que hacer noche en algún descampado a mitad de camino y volver al día siguiente).
Explicación místico-teológica al respecto de la pachorra local (que extraigo del libro La India mágica y real, de Enrique Gallud Jardiel, regalo de mi mami): “Cuando se cree disponer de miles de vidas futuras para evolucionar, se vive más pausadamente, se puede emplear el tiempo en muchas más cosas”. Vale. Según el hinduismo, el alma atraviesa un ciclo (el samsâra) de muertes y reencarnaciones durante el cual va purificando su karma (ley de causa y efecto mediante la cual cada ser crea su propio destino a través de sus obras, pensamientos y acciones), hasta que se alcanza la liberación del alma (moksha) una vez que se han eliminado del karma todos los efectos negativos”.
Claro, muy bonito y muy místico, ¿pero luego qué pasa? Pues que llamas al fontanero porque tienes una gotera encima de tu cama que cada día se va haciendo más grande (y eso que estamos en la estación seca, habrá que ver cuando llegue el monzón y llueva todos los días), y el miserable del fontanero tarda tres meses en venir a ver la gotera, total, ¿para qué se va a dar prisa, si tiene siglos por delante para purificar su karma putrefacto y corrompido? Pues mira fontanero, una cosa te voy a decir, yo seguiré con la gotera amenazando derrumbe sobre mi cabeza, pero tú sigue así y te veo reencarnado en chinche o en mosca de la calabaza. Al tiempo.
Otra cosa divertida de los indios es que la proporción de trabajadores / ociosos es (así a ojo) como de 1/5, y cualquier trabajador va siempre acompañado de su séquito de mirones desocupados. Esto sería el paraíso de los jubilados españoles que se acodan en las obras callejeras como si estuvieran en la barrera de los toros a contemplar el sufrido esfuerzo de los albañiles, sólo que aquí extendido a cualquier actividad. Por ejemplo, un peluquero que tenga su particular salón de belleza en plena calle (los hay a montones), estará casi siempre rodeado de un semicírculo de espectadores observando sus habilidades con la tijera y el peine. Menos mal que por lo menos miran en silencio, sólo faltaba que encima metieran baza, “¡Eh Chowdri, esta patilla te la has dejado más larga que la otra!”, “Ahí le has metido un buen trasquilón” “¡Qué tío más guarro, mira como ha dejado la silla de caspa!”. Suerte que al menos suelen estar calladitos.
En cuanto nosotros los occidentales llamamos mínimamente la atención, casi siempre al preguntar el precio de algo o en el arduo y obligado proceso del regateo, nos rodea una bandada de curiosos que se acercan a meter la nariz en el deal. Lo malo es que no puedes espetarles “¿Es que no tenéis nada que hacer?”, porque te van a decir “Pues mire usted, sir: no”. Pos vale, así va la India.
1 Comments:
total. llegue hace dos dias y me sentia chunga chunga por venir harta. lo que estaba era medio chiflada. por fin te leo y aterrizo. dices lo que atosiga y lo que da risa. siento una cosa. si paso la lengua por el suelo de calle tallers o por la rambla no me va apillar nada y no puedo recordar como era que me parecia tan ruidosa barcelona. me gusta lo que escribes. un saludazo. margarita.
By Anónimo, at 29 de julio de 2005, 15:27
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