The Delhi experience

jueves, mayo 27, 2004

Nuestro peculiar despertador

Todas las mañanas, entre las ocho y media y las nueve, nos despiertan unos individuos que se dedican a dar vueltas en bicicleta por las calles del barrio, voceando lo que supongo que será su reclamo comercial. No tenemos muy claro a qué se dedican, probablemente a vender algo, o tal vez van recogiendo cosas de las casas, o puede incluso que a llevarlas. Esto es el paraíso del apoltronamiento, aquí todo lo que compres te lo llevan a casa, hasta las tarjetas de recarga del móvil o las entradas de cine. Ni siquiera tienes que molestarte en sacar la basura, porque viene el basurero por las mañanas a casa y se lleva la bolsa. Según la teoría de la Indra, hay tantos millones de habitantes en este país que todos necesitan alguna ocupación, por absurda o inusual que a nosotros nos pueda parecer.

El caso es que todas las mañanas nos despierta el o los voceras de turno. Especial cariño tenemos a uno cuyo grito de guerra es algo así como “Areeeeee!”. Desde el primer día nos viene despertando Aré. Abrimos el ojo y lo primero que decimos es “Ya está aquí Aré”. Los primeros días esta frase iría seguida de algún recordatorio hacia la parentela de Aré, especialmente su madre, pero ahora ya nos hemos acostumbrado a tenerle de espontáneo despertador. Su voz suena como un cántico de saludo al día, parsimoniosa como el ritmo de sus pedaladas. Aquí todo es cogerle el gustillo a las cosas.

También por las noches, suelen despertarnos los alborotos que montan los chuchos callejeros. El barrio está lleno de perros que andan sueltos por las calles, no sabemos si tienen dueño o no, pero se pasan el día vagueando y dormitando sobre el polvo. Por la noche abandonan la pose diurna de Rantamplán y se transforman en unos seres desagradablemente ruidosos, ladra uno y contestan unos cuantos más. Y si vuelves a casa cuando ya ha oscurecido, es bastante probable que te salga al paso más de un chucho ladrando escandalosamente. Por suerte, los perros no son sagrados y se les puede espantar con una voz (o en casos extremos con una pedrada o una buena patada), porque tienen una pinta muy amenazadora pero en el fondo son unos caguetas (algo así como un Ultrasur).

En Delhi, como en infinidad de sitios en la India, la calle siempre está viva. No importa la zona ni la hora, aunque obviamente varía la vitalidad callejera en función de éstas. En nuestro residencial barrio, por ejemplo, no entra gente por las noches porque se cierran las verjas de entrada. Pero en cualquier parte de la ciudad, sabes que la vida no se detiene con la noche, sino que continúa para miles de personas o de familias para las que la calle es su medio de vida y su hogar (o, digamos, el sitio donde viven). A veces, cuando nos metemos en nuestra confortable camita por las noches y pensamos en esto, es inevitable que nos recorra un escalofrío por la espalda.

1 Comments:

  • Hola. Me llamo Esmeralda y tenemos posibilidades de irnos a vivir a Nueva Delhi. Soy colombiana y mi esposo frances.
    Podrias contarme un poco a cerca de la calidad de vida en Nueva Delhi .... Es facil encontar aquellas cosas que en Europa por ejemplo ya hacen parte de la vida cotidiana? ej . internet, celulares, agua portable , electricidad.
    Mil gracias
    Estas en facebook?

    By Anonymous casathubert@hotmail.com, at 13 de abril de 2012, 18:07  

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